La segunda vida del señor López

Lo que más recuerdo del señor López es que era un tipo mediocre. Terriblemente mediocre. En definitiva un derrotado, carne de cañón para nosotros. Le ofrecimos la posibilidad de tener una segunda vida. Una vida virtual. Con total libertad para poder ser quien quisiera. Aceptó. En primer lugar creó un avatar, el típico avatar que crean los mediocres -quiero batallar, machacar a mis enemigos, sin piedad, establecer mis reglas y que todos me aplaudan-. Al principio todo iba bien, pero lentamente y sin saber ni cómo se nos fue de las manos. Día a día el avatar iba supliendo el alma del señor López. Decidimos cerrar su vida virtual. Y así lo hicimos. Sin embargo, era ya demasiado tarde. El señor López fue consumido por su segunda vida: -ya nunca volveré a ser el señor José M. A. López- nos dijo-  a partir de ahora llamadme por mi avatar: José María Aznar…

El proceso del señor López, el tránsito a la locura de un mediocre, nos hizo meditar seriamente nuestro proyecto y decidimos crear, con algo más de control, Second Life. Actualmente contamos con miles de personas de todo el mundo que tienen una segunda vida y no tenemos constancia de ningún otro caso de alucinación paranoide. Y sin embargo, yo no he podido olvidar el patético caso del señor López.

Lo último que llegó a mis oídos es que había creido ser el Presidente de Gobierno de un pequeño país europeo. Se cerraba en un despacho con un mapa del mundo y marcaba paises y territorios para conquistar. Una gran marca roja en Irak. Otra en un islote al norte de Marruecos. Y muchas marcas, unas encima de otras en su gran obsesión: una pequeña parte al norte del supuesto pais que gobernaba. Y así pasó varios años. Hasta que un buen día hubo de ser trasladado definitivamente al módulo de enfermos paranoides sin posibilidad de retorno. Allí, en un cuarto, escribe hora tras hora, cuartilla tras cuartilla algo ininteligible mientras sus ojos adoptan una expresión que, si no fuera porque su locura no permite adivinarlo, se diría de auténtico odio.

Hablo de toda esta historia del señor López porque hoy me han traido una de esas cuartillas que últimamente le tienen obsesionado. Me recordó a la película Ciudadano Kane y la famosa Rosebud. Al igual que en la película finalmente he sido incapaz de interpretar la obsesión del señor López, cualquiera que esta fuera. Y sin embargo, juraría que los trazos que presenta se asemejan a una Z y una P. Pero no estoy seguro. En fin. Pobre señor López, pobre, pobre señor López…